Mahdia, donde la calma del pasado se puede palpar
Una de las veinticuatro gobernaciones de Túnez es la de Mahdia, localizada en una estrecha península que se localiza en el centro oriental del país.
A pesar de que resulta ser una ciudad relativamente menos turística que otros destinos de Túnez, no es aconsejable dejarse guiar por su tranquilidad ya que también esconde entre sus muros verdaderos tesoros que siempre son interesantes de visitar.
En primer lugar, merece especial mención la Gran Mezquita, que data del año 921 y fue la primera edificada por la dinastía de los fatimíes. En el siglo XVI sería arrasada prácticamente en su totalidad por el ejército español y no sería hasta mediados del pasado siglo XX (concretamente en el año 1965) cuando ésta sería reconstruida por completo.
Su construcción, realizada a modo de fortaleza, cuenta con una entrada monumental presidida por un magnífico porche; además, la Sala de Oración adornada con los tradicionales nichos propios de la arquitectura fatimí y su mirah, construido a imagen y semejanza del que poseían los ziríes en el siglo XI. Sin embargo, es importante tener en cuenta que aquellas personas no musulmanas que se acerquen a visitar este patio tan sólo podrán hacerlo fuera del horario de oración.
Tras la Mezquita, una buena opción sería visitar su bella Medina, a la que se accede a través de la espectacular puerta fortificada de Skifa el Kahla (datada en el siglo XVI, su nombre quiere decir “oscuro pasadizo” y la finalidad de su construcción no era otra que la de impresionar a los visitantes que se internase en su interior). La Medina es la única zona que aún permanece en pie de la ciudad original, y brindará al turista unas magníficas vistas.
Existe también otra fortaleza del siglo XVI, Bork el Kebir, que se encuentra en el punto más alto de la Península y desde donde se puede vislumbrar un bello panorama del puerto antiguo. Mahdia cuenta, asimismo, con dos museos: el del Tapiz y el de las Artes Tradicionales, así como con un cementerio musulmán muy interesante.
La Place du Caire, que arbitra el ritmo de la ciudad cada día, es el centro neurálgico de esta ciudad en la que sus habitantes se sientan a tomar alguno de sus maravillosos tés. Mahdia, que no es visitada por muchos turistas, ha hecho de esto una virtud permitiéndose el lujo de seguir viviendo en un tranquilo y sereno pasado.
Foto Vía: livingviajes.com
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