Lemta, la más pequeña de las ciudades-ribat

Ribat de Lemta

Después de la conquista musulmana, las ciudades costeras desarrollaron una línea de defensa formada por fortalezas llamadas ribat; se alineaban a todo lo largo del litoral magrebí, desde Tánger hasta Alejandría. En aquéllas lejanas épocas en que no había muchas formas de comunicarse a la distancia, se encendían unos fuegos en la parte alta de las torres.

Los ribats sirvieron también de refugio para sabios y estudiosos que los convirtieron en verdaderos conventos-fortaleza y templos del saber, difundiendo la cultura islámica en el norte de África.

En Túnez las llamadas «ciudades del ribat» son tres: Susa, Monastir y Lemta.  Interesará al visitante saber que los ribats tenían una arquitectura robusta y austera; las construcciones eran de piedra, y su estilo arquitectónico se difundió por todo el Sahel. Susa y Monastir, por su cercanía con Kairouán, tuvieron una importancia estratégica y se convirtieron en las ciudades-ribat emblemáticas.

Susa era la sede de la flota aglabí y fue una base militar y comercial de fundamental importancia en el Mediterráneo, y muchos sabios tenían especial predilección por esta ciudad. Monastir en cambio tomó un perfil más religioso y se convirtió en un centro de peregrinación; de hecho, actualmente muchos habitantes del Sahel y especialmente los de Mahdia consideran a Monastir un lugar sagrado; en la antigüedad llevaban a sus muertos en pequeñas embarcaciones para darles allí sepultura.

Lemta, la antigua Leptiminus romana, de origen libio-púnico, se encuentra a mitad de camino entre Ksar Hellal y Monastir. Fue una ciudad libre después de la caída de Cartago y capital de la región Leptiminensis. Floreció bajo el imperio aglabí, ya que hasta ese momento era un simple ribat que servía de refugio a los pescadores pero se convirtió en uno de los puertos más más importantes de Ifriqiya, hasta que fue opacada por Mahdia. Antiguamente había aquí una salina de la que se extraía sal de muy buen calidad.

El ribat fue levantado por el príncipe aglabí Abu Ibrahim Ahmad en el año 245 (860 de la hégira). Es un ribat de una sola planta ya que parece que en aquellos tiempos Lemta era una aldea pequeña, a diferencia de Susa y Monastir, que ya estaban bastante pobladas y en el caso de un ataque enemigo, necesitaban lugares amplios donde refugiar a sus habitantes.

De líneas mucho más simples que sus sofisticados vecinos y con menos defensas, carecía de torre-vigía; en cambio, tenía cuatro torres una en cada ángulo. La entrada, sencilla, formada por un arco de medio punto, permite acceder directamente a la sala de oración.

El ribat se puede visitar; se debe abonar entrada, y hay que anunciarse previamente en el Ayuntamiento. Está abierto todos los días de 8.30 a 13 y de 14 a 17h.; si llegan en taxi o en su propio automóvil, encontrarán aparcamiento alrededor de la plaza.

Foto: Museo WNF

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Categorias: Antiguas ciudades



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